Cuando era chico soñaba con tener una espada, de las buenas, no las de juguete de plastiquito. Así que al principio las hacía de madera pero terminaban rotas, hasta que un día conseguí una tira de acero (yo creo que puede haber sido del amortiguador de un antiguo sulki...), así que con mucho trabajo lo enderecé, le saqué algo de filo y le di forma de punta. Era un acero durísimo asi que me costó mucho pero al final mas o menos quedó una espada muy grande, muy dura y eterna, esa fue mi Excalibur.

Con los años uno a veces puede volver a esos sueños de niños y ese fue mi caso cuando gracias a TankarWorld (de Cartagena - España) me pude hacer con esta espada templaria, que recorrió medio mundo desde España a Argentina, estuvo colgada 10 años en una pared y ahora finalmente decidí venderla (se fue a alguien del norte argentino), ya había cumplido su objetivo.